Guillermo del Toro gana el León de Oro del 74 Festival de Cine de Venecia por La forma del agua


La Mostra encumbra La forma del agua del cineasta mexicano, un extraño cuento de hadas en tiempos de la Guerra Fría

Este es el primer premio de envergadura en un festival para el cineasta mexicano

Guillermo del Toro declaró: “Quería que fuera una oda al amor, la fuerza más poderosa, y al cine”

La película inaugurará el Festival de Sitges el 5 de octubre

Al final del reportaje, el Trailer de La forma del Agua y una Galería de Fotos de la premiación en la Mostra de Venecia

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Guillermo del Toro gana el León de Oro del 74 Festival de Cine de Venecia por La forma del agua

El director mexicano Guillermo del Toro obtuvo el León de Oro a la mejor película en la Mostra de Venecia por La forma del agua ( The Shape of Water / EUA 2017 ), magistral fábula de ciencia ficción con un mensaje político encubierto. El premio, concedido por un jurado presidido por la actriz Annette Bening, resultó coherente: había sido una de las películas más aclamadas de este festival. “Tengo 52 años, peso 130 kilos y he rodado 10 películas. Pero hay un momento en la vida de todo narrador en que lo pones todo en riesgo para hacer algo diferente”, expresó Del Toro al recoger el premio.

La forma del agua está ambientada en un laboratorio secreto al inicio de la década de los sesenta, cuando el ejército estadounidense mantiene cautivo a un monstruo capturado en el Amazonas, una mezcla de hombre y anfibio con quien la protagonista, una mujer de la limpieza muda y solitaria, vivirá una relación pasional. Pese a su larga trayectoria y su incuestionable prestigio, este es el primer premio de envergadura en un festival para el cineasta mexicano, que solo tenía en su haber un galardón menor del Festival de Cine de Cannes, el Premio Mercedes Benz, por su debut, Cronos ( México 1993 ). El laberinto del fauno ( Pan´s Labyrinth / España – México – EUA 2006 ), obtuvo tres premios Óscar; Mejor Fotografía, Diseño de Arte y Maquillaje y el Premio Goya al mejor guión, para el propio Del Toro. El creador es también el primer mexicano que se gana el León de Oro. “Se lo dedico a cualquier director mexicano o latinoamericano que sueñe con rodar algo en el género fantástico como parábola y esté enfrentado a alguien que le dice que eso no se puede hacer. Sí se puede”, afirmó el director. “Si te mantienes puro y sigues creyendo en lo que sea que crees, en mi caso, los monstruos, todo irá bien”.

En los cuentos de hadas tradicionales, el monstruo suele estar condenado. Es el malo por antonomasia y debe ser derrotado. Pero Guillermo del Toro nunca ha sido convencional. Por eso filmó “una fábula extraña”, al revés. En La forma del agua, la chica no busca príncipes porque ya está enamorada del ser más inquietante. “Él me ve y no le doy pena por ser incompleta”, asegura en el filme. El idilio entre una limpiadora muda y la criatura acuática encerrada en las instalaciones secretas donde ella friega los suelos cada día hechizó al Festival de Venecia desde el principio hasta el final: se estrenó entre aplausos el segundo día.

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Una mezcla de hombre y anfibio con quien la protagonista, una mujer de la limpieza muda y solitaria, vivirá una relación pasional

La vencedora del León de Oro describe también la alianza entre distintos personajes situados en los márgenes de la estricta cultura oficial durante la posguerra estadounidense: una mujer discapacitada, su compañera de trabajo afroamericana, un vecino homosexual y un espía ruso con agenda oculta, que maniobran para salvar a ese monstruo. En la película se percibe también un paralelismo no disimulado entre los tiempos de la Guerra Fría y la actualidad en los Estados Unidos de Donald Trump, que Guillermo del Toro no negó. “El cine fantástico es un género político. En este momento, nuestra primera acción política debería ser escoger el amor por encima del miedo. Vivimos en tiempos en que el amor y el cinismo son usados de forma penetrante y persuasiva. Nuestra primera misión cuando nos levantamos tiene que ser creer en el amor”, explicó Del Toro a principios de la Mostra.

“Quería que fuera una oda al amor, la fuerza más poderosa, y al cine”, explicó Del Toro en un encuentro con un grupo de periodistas. Tras años y filmes irregulares, el realizador mexicano llegó al certamen con una etiqueta que podía ser un peso. “Es su mejor trabajo desde El laberinto del fauno”, avisó el director del festival, Alberto Barbera. Del Toro se mostró de acuerdo con Barbera. “A veces los proyectos te dan satisfacción en cuanto los terminas, porque salen exactamente como los querías. Pueden coincidir o no con el público, pero ya han valido la pena”, contó. El director estaba tan convencido que lo puso en marcha varios años antes, por su cuenta. Pagó hasta a escultores y dibujantes para que prepararan estatuas y diseños que lo ilustraran. Y entonces acudió a la compañía 20th Century Fox para venderlo. La major le dijo que sí a todo, menos al blanco y negro. Aun así, el mexicano mantuvo colores oscuros. Decidió, por ejemplo, que el rojo apenas apareciera.

El jurado optó por un palmarés justo y equilibrado, en el que aparecieron casi todas las películas más aplaudidas durante los últimos diez días, en una de las ediciones de mejor nivel en los últimos años.

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